Mi hija ha venido a este mundo con un jamón debajo del brazo, pero del brazo de mi cuñado Mariano, que es quién lo ha sufragado y lo ha entregado a tan noble causa. Este jamón de bellota no es un regalo cualquiera. Es un señor jamón. Un jamón cum laude. Un jamón que quitaría el sueño, y el hipo, a más de uno.
El efecto mariposa, y la tarjeta visa de mi cuñado, han posibilitado el idilio, sobre todo esto último. Nada más verlo, mis ojos han hecho chiribitas, he comenzado a salivar, y los cuchillos jamoneros, que dormían el sueño de los justos, se han afilado solos.
De ipso facto, el jamonero ha subido por sus propios medios desde el sótano, y se ha colocado en la cocina como si ese itinerario fuera algo así como el Camino de Santiago, o la Ruta de la Seda, de los jamoneros. Un jamón, todo jamón, es la razón única para la existencia de los jamoneros, de tal manera que un jamón, para ellos, y para muchos de nosotros, es Dios.
Dios, por fin, ha llegado a esta casa de ateos, de la mano de mi cuñado, hecho carne, por lo que en realidad, el jamón, en esa Trinidad gastronómica, representaría a su hijo Jesucristo, pero en versión salada y curada durante nueve meses en una bodega sombría y ventilada.
Y ahora que está en la cocina, que es como un altar pagano, cubierto con un trapito y con una amplia loncha de tocino recubriendo su generoso corte, todos en la casa lo adoramos como al Becerro de Oro y yo, que soy el que corta y reparte, el sumo sacerdote.
Sí, amigos y amigas, Bigas Luna ya lo dejó bien claro en su película: ¡Jamón, Jamón!. Y sobre Penélope Cruz mejor les hablo otro día, que eso es harina de otro costal. De momento voy a cambiar otro pañal, que esto ya va oliendo, y no precisamente a jamón.
Menudito jamoncito te has apuntado hasta a mi que siendo colombiana me imagino la delicia que debe ser comer un trozo de el.
ResponderEliminarQue buenas comparaciones.....comente un par de lo chicas a mi salud...
ResponderEliminarsolo de leer como te refieres a ese jamón se me antojo ! lastima no como puerco. provechito!
ResponderEliminarNo he tenido más remedio que ir a la carnicería más cercana y comprarme unas cuantas lonchas. Tal cual lo relatas es imposible no caer en la tentación
ResponderEliminar