Llevo el Z-110. El Registro Civil esta de bote en bote. Yo, entre tanto, leo a Eduardo Halfon para evadirme a otros mundos. Sin embargo, esos otros mundos que busco, en la arqueología emocional del escritor guatemalteco, los tengo a mi alrededor. Este registro es una especie de Babel contemporáneo. Estoy rodeado de razas, credos, e idiomas.. De niños recién nacidos, que lloriquean como Ana María. De historias. De luchas. De gente que sueña como yo.
Leo, incrédulo, como ausente, ante mi nueva paternidad. El pasante que hay a mi lado, vestido con traje y corbata, suda la gota gorda mientras hace solitarios en su móvil. Un ruso gigante, como un yeti siberiano, se coloca delante de todos los que esperamos nuestro turno sentados frente a una pantalla. Una gangosa que hay detrás de mí grita: ¡Oye, tú, grandullón, qué la carne de burro no es transparente! El ruso ni se inmuta. Tal vez no entiende el sentido de la reclamación. Me siento en una jaula como el personaje de uno de los relatos del libro Signor Hoffman. Los números van pasando a un ritmo mayor de lo que esperaba. Un senegalés me pregunta por la cola para inscribir a su hija. La niña va en un carrito y es una preciosidad. Una gitana amamanta a un niño con el pelo negro zaino, como el de mi pequeña Ana María. Ya tan sólo falta un número para que me toque. Están a punto de inscribir a mi hija en el libro de familia. A punto de adentrarse en un mundo en el que ojalá la gente entendiera que cabemos todos. Tan distintos y tan iguales. Tan lejanos y tan cercanos. Todos haciendo cola para soñar.
tu sensibilidad esta a flor de piel,me has enternecido!
ResponderEliminarAmbos relatamos nuestra cotidianidad ammarados al amor.
ResponderEliminar¡Claro que cabemos todos! ¡¡Bienvenida tu hija Ana María!!
ResponderEliminarTu relato demuestra que lo que hermana a los seres humanos son los sentimientos que emanan de nuestra humanidad.
Un abrazo solidario.
Y hay que reconocer que tu hija Ana María ha hecho mas grande tu mundo tan grande que nadie queda por fuera que todos cabemos en el ojala que ese gigantesco mundo le procure a Ana María y otros niños que hacen cola para entrar un mundo lleno de cosas hermosas.
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