No es algo habitual poner en YouTube a los Payasos de la Tele a las seis y media de la mañana, lo sé, pero cuando, a la desesperada, buscas alguna artimaña para que se duerma tu bebé cualquier cosa es válida, sobre todo si consigue provocar el ansiado efecto somnífero en la criatura.
Y, ahí estábamos, Ana María y yo, a esa hora tan temprana, sin saber qué camino tomar, entre llanto y llanto; y tras rechazar dos tetinas diferentes en el biberón, cuando de pronto, no me pregunten el motivo, me dio por poner a los viejos Payasos de la Tele, junto a los que muchos de mi generación nos hemos criado.
Y nada más han comenzado a sonar esas viejas melodías y en mi hija se ha producido un efecto mágico, cuasi sobrenatural, que ha cortado en seco su llanto y ha hecho que sus ojos se habrán como platos. Con sus ojos abiertos, y medio pasmada, ha encontrado la calma que no tenía y me ha mirado sorprendida como diciendo: ¡equilicuá!
De "Susanita tiene un Ratón", a "Don Pepito". Del "Auto de Papá" a "Había una vez un Circo", pasando por "La Gallina Turuleca" sus lágrimas se han secado para dar paso a las mías.
Lloraba a moco tendido mientras mi hija, plácidamente, se dormía. Lloraba, sin saber muy bien el motivo de mi llanto, recordando el entorno y los momentos en los que esas canciones estaban grabadas en mi subconsciente. De pronto, mi abuela recobró vida, y también mi madre, y mi padre nos llevaba a la playa en su flamante Citröen GS Palas, y yo quería ser futbolista de los de verdad, y me peleaba con mi hermana que, como es mayor que yo, siempre me podía. Mi barrio era un mundo maravilloso, entre el asfalto y la huerta, y mis amigos, cómo no, los mejores amigos del mundo. Y cada semana, cuando daban en la primera cadena de televisión, aún en blanco y negro, a los Payasos de la Tele, la casa era una fiesta para toda la familia, no tan sólo para los niños. Los Payasos de la Tele encarnaban el espíritu familiar de otra época en la que todos estábamos mezclados: bebés, niños, adolescentes, adultos y viejos. Las casas, lo contrario que sucede ahora, estaban llenas de gente, y de risas, y de llantos, y de problemas, y de tortillas de patatas, y de arroz con leche, y de vida por todos lados. Y los Payasos de la Tele, estaban ahí, cada semana, como telón de fondo y banda sonora de la parte de nuestra historia más íntima e imborrable.
Escribo y lloro, mientra mi hija duerme como un angelito, gracias a los irrepetibles Gaby, Fofó, Miliki y Fofito.
Aún recuerdo el día en el que anunciaron la muerte de Fofó como un acontecimiento terrible. Para mí la muerte de Fofó fue más importante que la muerte de Franco. Representó el primer defecto de forma que encontré en mi mundo perfecto. Toda la ciudad, incluido nosotros que eramos muy poco sociables y casi nunca íbamos a ningún sitio al que fueran el resto de los mortales, fuimos a la inauguración del Jardín que la ciudad de Murcia dedicó en homenanje al celebré Payaso y que aún, hoy en día, todos conocemos aquí como el Jardín de Fofó.
Cuánta grandeza se oculta en cosas de apariencia tan sencilla.
Si, yo cuando murió Fofo también lloré. Un abrazo
ResponderEliminarQuerido amigo, quiero ponerte al tanto de lo que te espera.
ResponderEliminarSeguido de los payasos de la tele te vienen por este orden los siguientes vídeos que tendrás que poner: baby einstin, pocoyo, la patrulla canina, la princesa Sofía y toda una ludo teca infantil que en nuestra época no existían. Te propongo que me vallas pasando tus libros de HARUKI MURAKAMI, y yo te iré pasando todos los vídeos infantiles que te he mencionado más otros tantos que se me han quedado en el tintero
Debe haber sido un gran payaso... lindos esos programas familiares de antaño.
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