-Maruja,¿te has comprado, este año, un vestido nuevo para ir a las procesiones? -le dice una señora a otra en la zona de espera de cuidados intensivos.
-No. Este año no. Ni voy a salir. ¿Tú crees que yo estoy ahora para salir de manola con la que tengo encima, hija? -responde la compañera.
-Pues tendrías que salir y pedirle su ayuda al Señor -le dice la amiga tan ofuscada.
-Hija mía, no me hagas hablar... llevo pidiéndole que me ayude desde hace meses y esto va a peor -le dice resignada.
-Es que si le pides al Altísimo sin fe, es normal que no te mande su ayuda -le recrimina la otra.
-Mira Ángeles, vamos a dejar el tema que ya están nombrando para la visita.
-Buenas tardes a todos, vamos a ir nombrando y recuerden que tan sólo pueden pasar dos familiares por paciente: ¿De acuerdo? -dice un enfermero vestido de verde y una mascarilla facial caída sobre la garganta.
Siempre somos los mismos en la zona de espera de la UCI, aunque en los últimos días han ingresado a dos extranjeros, de los cuales, uno de ellos tiene una esposa que parecen dos.
El recitar de la lista me recuerda a la alineación de un equipo de fútbol: con el uno Iker Casillas, con el dos Sergio Ramos, con el tres...
La Semana Santa sigue su curso y el Vía Crucis de mi madre sigue el suyo. Mi madre lleva la procesión por dentro y más ahora que luce, en lo alto de su cama, ese rosario de plástico de color rosa pegado con esparadrapo.
Cuando la tienen destapada sus pezones se endurecen mucho. Nosotros la tapamos por pudor católico y ellos la desnudan con rigor clínico. Esta tan hinchada que parece que en cualquier momento su piel se va a resquebrajar y de ella van a fluir mares de líquidos frente a lo que los médicos responderían -como siempre- ignorando su origen: -Es verdad que tenía muchos líquidos pero ignorábamos su origen, no podíamos imaginar que iba a reventar de esa forma, alegarían tan tranquilos.
No sé si sea normal sufrir estos vahídos hospitalarios, estas locuras de donde surgen personas que hablan, médicos que diagnostican dolencias desconocidas, celadores viendo porno en el ordenador y enfermeros borrachos que quitan puntos infectados bebiendo vino y comiendo bocatas de panceta a la plancha con mayonesa en plan albañil. No se qué tipo de afecciones podamos contraer los familiares de enfermos con largos periodos de internamiento, pero sin duda, física y psicológicamente, estamos expuestos a todo. Estar a pie de UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) es estar al pie del cañón. Lo mismo te piden permiso para operar de urgencia, que te dicen que los riñones han dejado de funcionar o que tu madre ha sufrido cuatro paradas cardíacas. De hecho, el otro día mi hermano llegó a pensar, cuando nos metieron en un despacho para informarnos, que nos iban a pedir que donáramos un riñón compatible para mi madre. Cuando uno esta al pie del cañón debe estar dispuesto a todo, incluso a tomar decisiones que, ni de largo, se te habrían pasado nunca antes por la cabeza.
He perdido hasta la noción del tiempo. No sé ni los días que mi madre lleva ingresada. Tengo claro que en cuidados intensivos ya hace una semana. Pese a ello, me sigue desconcertando el hecho de que cada informe lo da un médico distinto. He llegado a preguntarme si la UCI también será una fábrica clandestina de médicos o, incluso, si los tendrán desechables, como quiso patentar mi amigo Lorenzo. Mi genial amigo quiso patentar el vendedor desechable, que se infla por la mañana, realiza sus visitas mecánicamente, entrega los pedidos y después de la faena se le quita el tapón y a tomar por culo. Comienzo a sospechar que alguno de los médicos -por el tema de los recortes anticrisis de Rajoy- sea desechable y este gobierno populista le haya plagiado la idea a mi amigo. De lo que sí estoy seguro es que a alguno de ellos no estaría mal desecharlos en el contenedor de los residuos hospitalarios.
El informe del día: Una doctora nueva, rubita con mechas y unas gafotas de acetato, que le dan un aire más fashion, nos comunica que mi madre, nuevamente, tiene la hemoglobina por los suelos y van a meterle un par de bolsas de sangre. Me pregunto: ¿Cuántas bolsas le habrán metido en el último mes? Al preguntarle el motivo de esa bajada nos dice que, pese que han realizado una ecografía, no lo tienen muy claro: ¡menuda sorpresa! pero que pudiera estar causada por un gran hematoma que le han encontrado en la zona de la cicatriz de la segunda operación. Por lo demás, lo que más les preocupa al cuadro médico, -lo de cuadro, nunca mejor dicho- continúa siendo la situación de los riñones. El resto de órganos están mejorando. Le han retirado otra vez la alimentación intragástrica ya que: "no la tolera muy bien, aún".¿Si esta mejorando cómo es que no tolera la comida?
Con ese panorama tan contradictorio pasamos los días festivos que mi madre pretendía pasar junto a su amigo Juan en la playa. Lo importante es que ella continúa luchando y la playa sigue ahí, esperándola.
Ya tengo ganas de llevarla a la heladería e invitarla a un chambi.
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